“Israel – Hamás”: Aplicando el modelo ruso
INTRODUCCIÓN
El "Arte de la guerra", un libro que, durante siglos, sigue siendo una referencia en estrategias militares, afirma que llevar a cabo operaciones bélicas prolongadas no es beneficioso para una nación. Según su autor, Sun Tzu, este tipo de guerras causan más daño al país "agresor" con el paso del tiempo, e incluso pueden causar problemas económicos y sociales internos.
En la actualidad, nos encontramos ante dos conflictos que parecen no tener fin: La operación militar entre Rusia y Ucrania, y la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás. Entonces, ¿sería prudente afirmar que Sun Tzu estaba equivocado al proponer su planteamiento de las guerras prolongadas?
Es fácil suponer, según las opiniones de los analistas pro-Palestina, que Israel no ha logrado avanzar en su gestión militar debido a la resistencia heroica de Hamas en la franja de Gaza. Ahora bien, siendo objetivos: ¿Es factible que el grupo Hamás, aún con el supuesto apoyo de varios países, resista durante tanto tiempo ante la fuerza militar de Israel?
Es evidente que las operaciones militares llevadas a cabo por Rusia e Israel no son guerras convencionales como se ha informado en los medios, sino que, en mi opinión, son operaciones especiales con objetivos distintos a una invasión militar típica.
Recuerdo, días antes del inicio de la operación rusa en Ucrania, a Vladimir Putin reuniendo sus tropas en la frontera entre ambos países: Numerosos soldados se estaban preparando para llevar a cabo una invasión significativa, de acuerdo con imágenes y videos que se transmitieron por medios de comunicación locales e internacionales.
En ese momento, me pareció extraña la manera en que Putin actuaba: ¿Aún sería posible emplear estas estrategias militares en la actualidad, amenazando con una invasión terrestre por soldados desde la frontera? Todo me parecía, desde el principio, como una obra teatral con una serie de objetivos diferentes.
DESARROLLO: INDICADORES PARA COMPRENDER LA SITUACIÓN EN ISRAEL
La lucha entre Israel y el grupo islamista Hamás comparte muchos aspectos en común con el conflicto entre Rusia y Ucrania. Considero que deberíamos revisar algunos indicadores y factores influyentes, intentando ver los eventos desde otro ángulo, para comprender la situación real.
De acuerdo con los datos de la OECD (Organization of Economic, co-operation and development): desde enero del año 2021 la inflación en Israel está en un incremento no controlable, cerrando enero del 2023 con un poco más del 5%.
Así mismo, llama la atención una clasificación demográfica que utilizan los reportes mencionados: En la figura 2, una representación del porcentaje de trabajos en alta tecnología durante el año 2019 clasifica la información entre tres grupos: “Non-Haredi Jewish” (judíos no ultraortodoxos), “Arab” (árabes) y “Haredi” (los ultraortodoxos), notando claramente la superioridad de los judíos no ultraortodoxos y la participación humilde de los árabes.
En Israel, aparentemente, se acostumbra a hacer este tipo de estudios demográficos para poner la sociedad en sectores según sus características socioeconómicas. Es la misma situación en todo el Medio Oriente, sin embargo, parece ser que en Israel esto está acercando a ser una metodología bien establecida.
Otro de los indicadores que nos pueden ayudar a formar un panorama completo de la guerra Israel – Hamás, es la cantidad de aportación militar que tiene EE.UU. en Israel: De acuerdo con los informes de International Trade Adminsitration, U.S. Department of Commerce (el departamento de estado de comercio), anualmente Israel asigna de su fondo nacional entre 21 a 22 mil millones de dólares para compras militares de EE.UU. Además, el país norteamericano ayuda con 3.3 mil millones de dólares a Israel de forma anual bajo el programa Foreign Military Financing (FMF), y no olvidando la inversión americana de 500 millones de dólares anuales en misiles de defensa para el país hebreo.
Analizar los datos anteriores nos pone ante una enorme acumulación de maquinaria militar que se tiene que desahogar en algún momento, tomando en cuenta que estamos hablando de un país de limitada extensión territorial, rodeado por un ambiente geopolítico permanentemente tenso.
En este mismo contexto, la figura 3 del reporte mencionado muestra las exportaciones de defensa de EE.UU. por distribución geográfica. El 24% va a lo que le llaman “Abraham Accords countries”, haciendo referencia al acuerdo de paz y de normalización de relaciones que se firmó entre Israel, Bahrén y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) bajo la administración de Donald Trump. Es una enorme cantidad si la comparamos con el 29% para países europeos o los 3% para los países latinoamericanos.
Todos los factores anteriores fluyen para construir un escenario de una guerra de desgaste en el medio oriente, desahogar un estancamiento económico – militar y reventar una estructura social, a fuego lento, para transformar el medio oriente a una estructura social más agradable para los acuerdos e intereses de EE.UU. y Rusia.
¿Dónde se nota la participación de Rusia en la guerra Israel – Hamás? Es simple: ¡En su silencio! No hemos visto ninguna reacción relevante de Vladimir Putin ante lo que gran parte del mundo lo considera como genocidio ejercido por Israel contra los palestinos. ¿Estaría Rusia de acuerdo; y por qué la opinión de EE.UU. sobre el conflicto en Ucrania ya se percibe como pasiva y de poca importancia?
A todo lo anterior hay que agregarle un factor de suma importancia: la energía. Los países desde hace décadas luchan para tener el control sobre las fuentes de energía, teniendo en cuenta que el valor de la energía hoy en día se relaciona con su durabilidad: Las fuentes de energía más duraderas son más valiosas.
La energía es vida. Irán y EE.UU. llevan mucho tiempo en una discusión hueca sobre la energía nuclear. Los americanos tanto se quejan y hasta que se les olvida que el primer reactor nuclear iraní ha sido un regalo de los EE.UU. en el año 1959, manejado por la Organización de Energía Atómica de Irán y equipado con un reactor de investigación nuclear de 5 megavatios donado por EE.UU.
Otra fuente de energía que no es de menor importancia, mientras exista, es el gas natural. Solo Rusia tiene el 24.3% de las reservas en el mundo, 17.3% los tiene Irán, mientras que Qatar tiene el 12.5%. Esto quiere decir que el 54.1% del gas natural del mundo está concentrado en manos no muy amigas a los EE.UU., mientras que ese país solo tiene el 5.3%.
Además de todos los factores externos, la situación interna de Israel, con Benjamín Netanyahu en el poder esta vez apoyado por los partidos ultraderecha, provoca una tensión social fuerte y pone en riesgo la democracia en uno de los muy pocos países democráticos en Oriente Medio. La pregunta que surge: ¿Sacrificaría EE.UU. a Netanyahu para cumplir sus objetivos en la región?
CONCLUSIÓN
Es difícil predecir como terminaría una operación militar con características ambiguas en Gaza, tomando en cuenta todos los indicadores antes mencionados, y no dejando a un lado la situación política y social dentro de Israel. Sin embargo, puedo resumir algunos escenarios posibles que veo en el horizonte de esta situación.
Cada uno de estos escenarios toma o pierde importancia de acuerdo con la articulación de los demás factores, y dependiendo del actor que toma más relevancia en la ecuación global de la región.
"Israël – Hamas" : Application du modèle russe
INTRODUCTION
L'"Art de la guerre", un livre qui, depuis des siècles, reste une référence en matière de stratégies militaires et politiques, mentionne que "la meilleure victoire est de vaincre sans combattre", "et c'est là que réside la distinction entre l'homme prudent et l'ignorant".
Ce qui se passe aujourd'hui au Moyen-Orient, et plus précisément à Gaza, ne peut être analysé uniquement sous l'angle d'une réaction israélienne à l'attaque du 7 octobre menée par le Hamas. Il est nécessaire d'élargir le champ de vision pour comprendre la scène complète et les mouvements géopolitiques qui se dessinent dans la région.
La guerre en Ukraine a marqué un tournant dans la géopolitique mondiale. La Russie, confrontée à l'expansion de l'OTAN, a décidé d'intervenir militairement pour sécuriser ses frontières et affirmer sa position de puissance mondiale. Cette intervention a été condamnée par l'Occident, mais elle a également révélé les limites de la puissance américaine et européenne.
Israël, observant attentivement le conflit ukrainien, semble avoir tiré des leçons de la stratégie russe. L'opération à Gaza présente des similitudes frappantes avec l'approche russe : une intervention militaire massive justifiée par des impératifs de sécurité nationale, un mépris pour les condamnations internationales et une volonté de redessiner la carte géopolitique régionale.
LE MODÈLE RUSSE
Le "modèle russe" se caractérise par une utilisation décomplexée de la force militaire pour atteindre des objectifs politiques. Il repose sur l'idée que la sécurité nationale prime sur le droit international et que les grandes puissances ont le droit d'intervenir dans leur sphère d'influence.
Dans le cas d'Israël, l'objectif est clair : éliminer la menace du Hamas et sécuriser la frontière sud. Pour ce faire, Israël est prêt à utiliser une force disproportionnée, quitte à provoquer une crise humanitaire majeure. Cette approche rappelle la stratégie de la terre brûlée utilisée par la Russie en Tchétchénie et en Syrie.
De plus, Israël semble parier sur l'épuisement de la communauté internationale. Tout comme la Russie a misé sur la fatigue de l'Occident en Ukraine, Israël espère que les critiques internationales s'estomperont avec le temps, lui permettant d'atteindre ses objectifs sans entraves majeures.
IMPLICATIONS GÉOPOLITIQUES
L'application du modèle russe par Israël a des implications profondes pour le Moyen-Orient. Elle signale la fin de l'illusion d'un processus de paix basé sur la négociation et le compromis. Désormais, la force militaire est le principal arbitre des conflits régionaux.
Cela pourrait également encourager d'autres acteurs régionaux à adopter des stratégies similaires. La Turquie, l'Iran et l'Arabie saoudite pourraient être tentés d'utiliser la force pour régler leurs propres différends, entraînant une escalade de la violence dans toute la région.
Enfin, cette situation met en évidence le déclin de l'influence américaine au Moyen-Orient. Les États-Unis, incapables d'empêcher l'escalade de la violence, semblent de plus en plus impuissants face aux dynamiques régionales.
CONCLUSION
La guerre à Gaza n'est pas un événement isolé, mais le symptôme d'un changement profond dans l'ordre mondial. L'adoption par Israël du modèle russe marque une nouvelle ère de politique de puissance, où la force prime sur le droit et où la sécurité nationale justifie tous les moyens.
Il reste à voir si cette stratégie sera payante à long terme. Si elle permet à Israël d'atteindre ses objectifs sécuritaires immédiats, elle risque également d'isoler le pays sur la scène internationale et d'alimenter le cycle de la violence pour les générations à venir.
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